Cuando hace ya muchos años salimos del pueblo para irnos a vivir a un piso en la ciudad, mi padre nos dijo unas palabras que nunca he olvidado, y en todo este tiempo han permanecido en mi memoria: "ahora nos vamos a ir a vivir a un piso, en comunidad, con mucha gente diferente. A partir de ahora nada de revuelos, ni patadas, ni todo lo que hacíais en la casa del pueblo".
Soy consciente de que muchas veces no lo cumplíamos, pero en la mayoría de las ocasiones sí, y cuando no, ya estaba nuestro padre para recriminarnos: "silencio! Que hay gente viviendo debajo de vosotros".
Digo esto porque, al parecer, hay mucha otra gente que vive en la ciudad y es más salvajes que los de pueblo, es más, en comparación a ellos, muchos de los habitantes de pueblo son unos "santos". A algunos les podría parecer que los "vecinos modelos" son unas personas mayores, sin hijos, que viven solas y que han pasado muchos años viviendo "en comunidad". Nada más lejos de la realidad, y lo digo por experiencia propia, porque esos son, para mi desgracia, mis vecinos de arriba.
Meten tanto jaleo que no pueden venir ni a visitarnos familiares, porque están enfermos -mis familiares- y estos vecinos les meten tales sustos con sus ruidos que los sobresaltan. Son dos, un matrimonio mayor. El marido tiene la manía de ducharse casi a media noche cada viernes, y el escándalo que arma en el cuarto de baño es tal que parece que va a caer su baño encima del mío. Todo esto a horas intempestivas, como digo.
Pero la mujer es mucho peor: su baño semanal es por la mañana de los domingos. A las ocho ya te despierta preparando su baño (porque se baña, no se ducha), y con tal cantidad de agua que pareciera que en lugar de una bañera está llenando una piscina. Luego para meterse dentro es mucho peor, y, una vez en el agua, aquéllo parece la batalla de Maine. Con esto ya te fastidiaron toda la mañana del domingo.
Por la semana, la televisión el fútbol, el arrastre de muebles y sillas (sí, a todas horas y sin razón aparente), la lavadora por la noche (como ellos tienen todo el día para dormir, qué mas da la hora que sea, deben pensar). Encima tienen como unas canicas (yo creo que son bolos) y les da por tirarlos al suelo, con tal estruendo (si no son de metal, las bolas deben ser de madera) que ya me han obligado a cambiar las bombillas varias veces, y me han roto varias lámparas.
Pero ahí no se acaba todo. He dicho que vivían solos pero... tienen sobrinos, e hijos, y tan maleducados como ellos. Cuando vienen (todos los fines de semana y fiestas, no pierden uno), tiran "la casa por la ventana", como si el edificio fuera de ellos.
Ya nos han roto cañerías, han destrozado cristales...
Podríais pensar el por qué no subo a decírselo... pero ya lo he hecho. Como buenos "maleducados" que son, se hacen los sordos, e incluso se esconden y solo abren cuando vienen sus hijos para que sean ellos los que -cuando les apetece- te digan que están en su piso y que pueden hacer lo que quieren.
Encima el "chapuzas" de uno de sus hijos se pone a pintarles, a arreglarles la fontanería y las puertas sin tener conocimiento de lo que hace, y es tan memo que les ha roto las tuberías y llegó a perforar las casas de sus vecinos.
En definitiva: no elijáis vecinos "viejos y ancianitos", es lo peor que os puede tocar.
¡Ay, qué bien estábamos en el pueblo, con "los salvajes"!
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