Rajoy defendiendo lo indefendible
Comprendo a Rajoy. Quiero decir, que lo comprendo en cierta manera. Tiene que aparentar que le importan los intereses de las multinacionales "españolas", y que los defiende. Pero la realidad es bien distinta y muy pocos medios de comunicación (por no decir casi todos) la aclaran.
Lo primero, Repsol no es española. Lo era, pero ya no. La participación de España en esa empresa es ridícula, ínfima, anecdótica. Es como si en Nigeria expropiaran una fábrica de Coca-Cola y Rajoy saliera en su defensa, a pesar de que la marca es estadounidense. Pues una cosa parecida es lo que está haciendo con Repsol. O como si el presidente de Francia se pusiera a defender una expropiación de Samsung en Chile. Vamos, que no tiene nada que ver. Pero, como casi todo en política, es cuestión de imagen, y "hay que dar buena imagen".
Lo segundo es que es toda una contradicción que nos pongamos a defender a los mercados y "las reglas de juego internacionales", cuando esas mismas reglas de juego han llevado a su país (al país de Rajoy, que es el nuestro) a la miseria, y hayan derivado en que nos estemos muriendo de hambre (porque no tenemos ni para comer, yo al menos, y muchos otros también, obviamente, los políticos eso ni lo ven ni les importa mucho). Esos mercados, precisamente, que han obligado a realizar los mayores recortes en toda la historia de España, unos mercados que nos han hecho retroceder a los años 40 (cuando teníamos que pedir comida a los países vecinos). ¿Y resulta que ahora se pone a defenderlos? ¿Pero en qué mundo de locos estamos?
Unas organizaciones como el FMI que viven a costa de empobrecer a los países subdesarrollados, en llevarlos a las hambrunas y las guerras, y se ponen, encima, a defenderlos. Es inaudito.
Por otra parte, algunas otras empresas deberían tomar nota en el asunto. Empresas como Telefónica o el Banco de Santander. Yo que ellos estaría ahora mismo recogiendo documentación "sensible" sobre sus actividades fraudulentas o sus cuentas bancarias en paraísos fiscales (y cosas parecidas), y estaría corriendo a negociar a ver quien puede comprar el negocio para salir de allí sin perder mucho dinero. Lo digo honestamente, porque es lo único que, creo, puede servirles para salvar la situación.
Esas multinacionales, esas "macro-empresas", cuando llevaron allí todos sus calls-centers a cambio de pagarles un mísero sueldo a los argentinos, y con el único fin de no tener que pagar seguridad social ni nóminas a los ciudadanos de sus países (España), no protestaron. Claro, porque sacaban pingües beneficios con ello.
Es curioso que mientras en España se privatiza de todo, llevando con ello al cierre de infinidad de empresas (lo viví en mis propias carnes: en Asturias prácticamente todos los ayuntamientos, sobre todo el de Oviedo, tiene sus servicios privatizados, lo que rinde muchos beneficios a los políticos para sus nóminas, pero en detrimento de los ciudadanos, que ven cómo cuatro obreros mal pagados tienen que hacer horarios de esclavo y, encima, las empresas que obtienen los concursos no pueden contratar a gente porque tienen que poner precios ridículos a sus servicios) y derivando nuestra producción a países tercermundistas (de ahí la crisis industrial que estamos sufriendo), en otros países se haga lo contrario: se expropie para devolver al pueblo lo que es suyo.
Lo malo de todo esto, lo realmente decepcionante, es que cuando nos demos cuenta ya no habrá nada que expropiar, porque ya no tendremos grandes empresas para nacionalizar. Todas se habrán ido a países de terceros mientras nosotros seguiremos más pobres aún, mendigando por sobrevivir. Excepto los políticos, que esos se habrán hecho de oro a costa de todas esas privatizaciones. Porque recordemos que los que se llenan los bolsillos y a quienes primero beneficia económicamente una privatización, es al político que está al mando de la operación. Pero llegará el momento en que no tendremos nada que privatizar, porque ya no tendremos nada nuestro. Y entonces nos convertiremos simplemente en meros asalariados de los chinos.
¿Os gusta ese panorama? Pues a mí no.
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